lunes, 19 de marzo de 2007

Loreena McKennitt


Con motivo del concierto de Lorena McKennitt celebrado en Bcn el pasado domingo, nuestro amigo Jose Lomo nos ofrece una breve reseña de su experiencia como asistente al concierto.

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Domingo 18 de Febrero | 20:30 h. | Barcelona Teatre Musical

Los rayos de luz que coronaban el Palacio de Montjuic se habían encendido apenas unos minutos antes. Habíamos visitado el BTM en diversas ocasiones, disfrutando musicales de gran formato, pero nunca habíamos visto tanta gente reunida a sus puertas. Sorprendidos por el carácter heterogéneo de la audiencia, avanzamos hasta ocupar nuestros asientos laterales, esquivando premeditadamente el stand de merchandising que, sobretodo para un melómano como yo, resulta demasiado tentador.

El hormiguero fue ocupando su lugar, mientras nos deleitábamos con los detalles de un escenario, aún en penumbra, que presagiaba una puesta en escena elegante y sencilla. Era fundado: la protagonista iba a ser la música, canalizada a través del genio de Loreena McKennitt.

El ángel canadiense apareció puntual; se acomodó ante su arpa, mientras las siluetas de nueve músicos tomaban su puesto. Su voz, irreal y etérea, comenzó a deslizarse sobre las sutiles notas del arpa. Incluso desde nuestros lejanos asientos apreciamos el delicado movimiento de sus brazos y sus dedos sobre las cuerdas. El tema introductorio fue "She Moved Through the Fair", una onírica balada de reminescencias célticas. Sin apenas dar tiempo al aplauso, se levantó, y los músicos trasladaron el sonido hacia "The Gates of Istambul", que demostró la necesidad de tener nueve músicos sobre el escenario: la complejidad de la mayoría los temas lo requería.

Una tras otra, las canciones se sucedieron, con una factura técnica impecable y una Loreena que era a la vez sacerdotisa, musa, directora de un espectáculo que capturaba hasta la última fibra sensible de la audiencia. La escenografía acentuó la emotividad de cada tema, con fascinantes y graduales (a veces casi imperceptibles) cambios de luz, que enfatizaban la calidez, el misticismo, los sentimientos primigenios desprendidos por el canto de Loreena. La luz ayudó a localizar los cambios de instrumentación más relevantes; con toda humildad... admito que sería incapaz de nombrar ni la mitad de los instrumentos que se utilizaron. A destacar -siempre salvando la insuperable magia vocal de la maestra de ceremonias-, el papel de Hugh Marsh al violín; el público fue incapaz de contener sus aplausos en numerosas ocasiones. Ofrecieron dos sets, de una hora cada uno, sin decaer lo más mínimo en ánimo ni en calidad.

Sonaron diecisiete temas, con arreglos especiales para directo. A destacar la imprescindible "The Mummer's Dance", y la épica "Caravanserai" durante el primer set, y la triste y hermosa "Bonny Portmore" en el segundo; a parte de los tres bises impecables que realizó a petición de un público que, de pie y sin dejar de aplaudir, trataba de retener a Loreena unos minutos más.

En resumen: congelaba el talento, la belleza, el virtuosismo de una mujer que ha indagado en la musicalidad y mitología clásicas, para recuperar piezas de una hermosura mítica. De principio a fin se manifestó, como en un sueño, la belleza melancólica, brumosa y ancestral de un tiempo y un mundo ideal, donde la exaltación de la vida le atribuye a todo una magia que nuestra sociedad moderna relega, minuto tras minuto, a un lento e inexorable olvido.

Jose Lomo (Libidogame / Periferia Estudio)
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Más información: Web oficial L. McKennitt

R.

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